Alemania partía como la gran favorita en esta semifinal pero nunca se puede dar por muerta a una selección como Italia. Los alemanes nunca habían ganado en un fase final de una competición a los italianos y esta no sería la primera vez.
Prandelli volvía a confiar en su pareja de delanteros, Balotelli y Cassano, aunque especialmente Mario había sido muy criticado por sus constantes salidas de tono. Chiellini era la única novedad en el once azzurro por la lesión de Abbate y la sanción de Maggio. Sin embargo, Löw introdujo una importante modificación dejando fuera a Muller y dando entrada a Kroos para reforzar el centro del campo. Italia quería el control del juego pero en los primeros 20 minutos no conseguía contactar con Andrea Pirlo. Alemania tomaba el mando y tuvo su ocasión a la salida de un córner con un disparo de Hummels, que Pirlo sacó bajo palos. En el minuto 20, llegó el primer error de la defensa germana. Cassano se fue de Hummels y le puso la pelota a Balotelli que le ganó la espalda a un Badstuber flojito para poner el 1-0. A partir de aquí, Italia se crecía y Alemania se fue desinflando poco a poco. En el minuto 36, llegó el segundo fallo de los germanos. Lahm rompió el fuera de juego de Balotelli, que se plantó solo ante Neuer y le fusiló con un disparo a la mismísima escuadra. Alemania necesitaba el descanso y llegó sin más contratiempos para ellos.
Löw dio entrada a Klose y Reus en lugar de Mario Gómez y Podolski para dar mayor profundidad a la selección alemana. Los cambios de Löw no surtieron su efecto sino que Italia tomaba aún más el control del partido. Schweinsteiger se veía superado pero el seleccionador no quería quitarle del campo por sus galones. Cassano era un dolor de cabeza para Hummels que no sabía como frenarle. Pirlo vivía tranquilo en el medio del campo lanzando pases en profundidad. Prandelli dio entrada a Di Natale y Diamanti en sustitución de Balotelli y Cassano. Di Natale y Marchisio tuvieron dos mano a mano ante Neuer pero sus disparos se marcharon fuera. En el minuto 89, Balzaretti hizo una mano en medio del área y Lannoy señaló penalti. Özil se encargó de transformar el penalti para reducir distancias. Italia era la justa finalista de este Eurocopa con un Mario Balotelli, que exhibió esa cara de superestrella tan poco habitual por su cabeza inestable.