martes, 17 de julio de 2012

A veces Dr. Jekyll, a veces Mr. Hyde

Cantona agrede a un aficionado del Crystal Palace.Si Louis Stevenson hubiese escrito su famosa obra "El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde" en la década de los 90, podríamos pensar que se basaba en ese jugador francés del Manchester United con los cuellos de su camiseta siempre subidos. Efectivamente, ese jugador es Eric Cantoná, capaz de ser durante 85 minutos un perfecto Mr. Hyde y en tan solo 5 minutos volverse Dr Jekyll. El mejor ejemplo nos lleva a un 25 de enero de 1995 en Selhurst Park cuando el Crystal Palace recibía al Manchester United de un espetacular Eric Cantona que llegaba en uno de los mejores momentos de su carrera al haberse ganado la confianza de Alex Ferguson. La primera parte fue un espéctaculo de un Cantoná pletórico que estaba siendo hasta el momento el mejor jugador de su equipo pero en el minuto 48, Dr. Jekyll decidió hacer acto de presencia con una entrada salvaje sobre el gaurdameta Richard Shaw que le costó la tarjeta roja. De camino al vestuario, Dr Jekyll entró en su estado de máxima ebullición mientras se retiraba al vestuario, cuando escuchó un insulto de un espectador del Crystal Palace. Lejos de irse al vestuario, Cantona se giró y le pegó una patada en plena cara dejando al aficionado con la cara ensangrentada. Cantona no se contentó con esto sino que después del partido hizo unas declaraciones más propias de un demente que de un futbolista donde decía: "Pido perdón a todos, al Manchester United, a mi compañeros de equipo, a los fans, a la Federación... y a la puta que compartió cama conmigo la tarde pasada".
Sin embargo, Cantona no siempre mostraba su cara de Dr. Jekyll, muchas veces se dejaba ver como el auténtico Mr Hyde. Si el galo estaba inspirado, era capaz de cambiar por si solo el signo del partido con su tremenda calidad. Si antes poníamos el ejemplo de la mala actitud de Cantona, también podemos poner su mejor ejemplo de esa calidad descomunal que podía surgir de sus botas. Nos remontamos al 21 de diciembre de 1996 en el minuto 80 de un partido ante el Sunderland, cuando Eric Cantona recogió el balón en el centro del campo, se fue de sus rivales, combinó con McClair y tiró una vaselina descomunal que se coló por la escuadra tras golpear en el palo. Casi un año después, las imágenes de Cantona volvían a dar la vuelta al mundo pero esta vez por una genialidad no por una locura propia de un salvaje sin ningún tipo de educación. 

¿Realmente compensa tener un jugador capaz de sacar su lado de Dr Jekyll en cualquier momento a pesar de su inmensa calidad? Para Ferguson indudablemente sí. A partir de aquí, cada uno puede decidir si apostaría por la calidad extrema y la locura irrefrenable. Yo no me lo pensaría ni un solo momento, antepondría la calidad a pesar de la locura.

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