Corren malos tiempos en el Emirates Stadium, Wenger no consigue imponer su estilo de juego, Cazorla lleva un par de semanas desaparecido y Wilshere ha llegado demasiado bajo de forma de su lesión en la rodilla. Las dos últimas derrotas lejos de su estadio tampoco ayudan a mejorar la imagen de un equipo con fama de jugar bien al fútbol pero con cierta reputación de perdedor. El partido perdido en Manchester podría esperarse por la entidad del rival pero la sufrida ante un equipo tan modesto como el Norwich City ha puesto en entredicho la imagen de Arsene Wenger. El francés es ese tipo de entrenado empeñado en formar jugadores jóvenes y promover un juego atractivo pero en algunas ocasiones poco eficaz. La prensa tampoco ayuda con sus constantes ataques al técnico pero en ningún momento han comentado la pérdida de futbolistas importantes que sufre el equipo cada verano. El año pasado perdieron a Cesc Fábregas y este año a Robin Van Persie.
Este temporada se presentaba como un gran reto para el conjunto londinense. Las incorporaciones de Podolski, Giroud y especialmente Cazorla parecían una gran oportunidad para volver a colocar a los Gunners entre los más grandes. La vuelta de Wilshere también se presentaba como una luz al final del túnel pero no todo ha salido como se esperaba. Cazorla sigue llevando el peso del equipo pero no tiene el nivel que había mostrado en las primeras jornadas. Quizás su cambio de posición escorándose un poco hacia la banda izquierda hayan hecho que el futbolista asturiano participe menos en el juego. Tampoco Wilshere ha vuelto al nivel esperado, algo completamente entendible después de estar casi un año fuera de los terrenos de juego. Ahora Wenger tendrá que coger las riendas del equipo y devolver una ilusión que parece que hace tiempo que se ha escapado del Emirates. Él es el único que puede hacerlo.
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