Hace un tiempo leía por esa magnífica locura que es twitter una frase que me hizo pensar en el fútbol que había visto desde muy pequeño. Un periodista deportivo resumía este deporte actualmente en 140 caracteres: "No sé si la poesía es Shakespeare, si la pintura es Picasso o si la música son los Beatles. Pero el fútbol es Iniesta". Sí, ese chico de Albacete tímido, escualido y delgadito que veíamos hace unos años en el Torneo de Brunete era la mejor definición de fútbol posible y ayer volvió a demostrarlo. El Barça llegaba al Ciutat de Valencia para disputar uno de los partidos más duros que le quedaban en esta primera vuelta pero no tenía que preocuparse porque en el campo tenía un virtuoso, Andrés Iniesta, y un hombre de otra galaxia, Leo Messi. Solo necesitaron los primeros quince minutos de la segunda parte para cargarse un partido que el Levante había peleado duro durante 45 minutos poniendo a prueba al conjunto de Tito Vilanova, que apenas inquietó la portería granota en la primera mitad. La vuelta del descanso fue completamente distinta cuando Iniesta y Messi pusieron la máquina a funcionar. Primer balón que recuperaba el manchego en línea de tres cuartos granota, balón interior, caraja de la defensa y Messi que la mandaba al fondo de las mallas para poner el primero. A partir de aquí, recital de los dos astros culés. Cinco minutos mas tarde, mismos protagonistas y mismo desenlace. Iniesta desequilibra por banda izquierda, la pone atrás y por ahí aparece Leo Messi para poner el segundo y acercarse todavía más al récord de Gerd Müller. Y nuevamente cinco minutos más tarde, Iniesta vuelve a recibir en la frontal del área, se orienta hacia su pierna derecha, limpia la escuadra de la portería de Munúa y partido resuelto. El resto del partido, un puro trámite que dejó otra asistencia de Iniesta para que Cesc pusiera el definitivo 0-4. Messi e Iniesta, un dupla de película de dibujos animados.
lunes, 26 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
Llamada de socorro desde Loftus Road
Empieza a ser bastante habitual la aparición de los nuevos ricos en el mundo del fútbol. En su mayoría estos proyectos están resultando un auténtico éxito al menos a corto plazo. En la mente de todos tenemos la imagen del Málaga, del Paris Saint-Germain o del Manchester City, equipos hundidos en su propia miseria hasta la aparición de los grandes jeques y que ahora se codean con los grandes clubes europeos pero no siempre estos proyectos han alcanzado la magnitud que se esperaba, el mejor ejemplo lo tenemos en Londres con el Queens Park Rangers. En 2007, Flavio Briatore y Bernie Eccleston se hicieron con el accionariado del club y luego vendieron un 20% de las acciones al magnate del acero Lakshmi Mittal formando una asociación que hacía presagiar que el club creciera de una forma espectacular hasta colarse entre los grandes clubes ingleses. Además la llegada del malayo Tony Fernandes, jefe de la escudería de F1 Caterham, acrecentaba aún más las esperanzas del club londinense.
Todo parecía de color de rosa en el QPR pero el cuento no ha comenzado demasiado bien esta temporada. El Club realizó un gran desembolso económico en el último verano para colarse al menos en los puestos de competición europea. Las llegadas de Julio Cesar porcedente del Inter de Milán, de Esteban Granero del Real Madrid, de Ricardo Quaresmo del Besiktas, de Jose Bosingwa del Chelsea y de Park Ji Sung y Fabio del ManU colocaban al conjunto de la capital inglesa en la élite de la Premier League pero algunas veces las apariencias engañan. El QPR aún no conoce la victoria en esta temporada y cierra la tabla clasificatoria con cuatro tristes puntos en once encuentros disputados. Mark Hughes está en el disparadero de la prensa deportiva de las islas y parece que va a durar poco en el banquillo de The Hoops. El cambio tiene que ser inminente en el QPR si no quieren comenzar a tener problemas en la zona baja de la tabla en la que es fácil entrar pero muy difícil salir de allí
lunes, 5 de noviembre de 2012
Cazorla y Wilshere son las esperanzas de Wenger
Corren malos tiempos en el Emirates Stadium, Wenger no consigue imponer su estilo de juego, Cazorla lleva un par de semanas desaparecido y Wilshere ha llegado demasiado bajo de forma de su lesión en la rodilla. Las dos últimas derrotas lejos de su estadio tampoco ayudan a mejorar la imagen de un equipo con fama de jugar bien al fútbol pero con cierta reputación de perdedor. El partido perdido en Manchester podría esperarse por la entidad del rival pero la sufrida ante un equipo tan modesto como el Norwich City ha puesto en entredicho la imagen de Arsene Wenger. El francés es ese tipo de entrenado empeñado en formar jugadores jóvenes y promover un juego atractivo pero en algunas ocasiones poco eficaz. La prensa tampoco ayuda con sus constantes ataques al técnico pero en ningún momento han comentado la pérdida de futbolistas importantes que sufre el equipo cada verano. El año pasado perdieron a Cesc Fábregas y este año a Robin Van Persie.
Este temporada se presentaba como un gran reto para el conjunto londinense. Las incorporaciones de Podolski, Giroud y especialmente Cazorla parecían una gran oportunidad para volver a colocar a los Gunners entre los más grandes. La vuelta de Wilshere también se presentaba como una luz al final del túnel pero no todo ha salido como se esperaba. Cazorla sigue llevando el peso del equipo pero no tiene el nivel que había mostrado en las primeras jornadas. Quizás su cambio de posición escorándose un poco hacia la banda izquierda hayan hecho que el futbolista asturiano participe menos en el juego. Tampoco Wilshere ha vuelto al nivel esperado, algo completamente entendible después de estar casi un año fuera de los terrenos de juego. Ahora Wenger tendrá que coger las riendas del equipo y devolver una ilusión que parece que hace tiempo que se ha escapado del Emirates. Él es el único que puede hacerlo.
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